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La apicultura siempre te da revancha

Actualizado: 12 feb 2021

La apicultura es un oficio muy antiguo, conformado por hombres y mujeres de todo el mundo. Quienes dedican horas, días, meses y años a una pasión inexplicable. Los verdaderos amantes de esta actividad, cultivan su trabajo cotidiano llenos de incertidumbres y asombros como también momentos de reflexión, aprendizaje y enorme satisfacción personal y familiar.





Leandro Damian Bernhardt es un apicultor de tercera generación de familia de apicultores de la localidad Urdinarrain en la provincia de Entre Ríos. Realizó sus estudios secundarios en la Escuela Secundaria Técnica e Instituto IAF y Caseros. Leandro comentó a La Miel en tu Radio sobre sus inicios y trayectoria en la apicultura.


La idea con esta nota es conocer la vida y trayectoria de los apicultores. En tu caso, al ser tercera generación de apicultores te será más fácil recordar ¿cómo te iniciaste en el actividad?


Mira siempre digo que nací dentro de un cajón. Mi abuelo en el comienzo de los años ochenta se dedicó de lleno a esta hermosa actividad. Siempre considere que no es un trabajo, es una pasión. Luego, se hizo cargo mi padre y ahora, con orgullo, sigo la huella de ambos ya que no es un legado chico.


En este gran recorrido transitado con tu familia ¿Cuál fue tu mayor logro?


Aprendí y logré entender que la apicultura siempre te da revancha. En esta actividad son más las pérdidas que las ganadas. Pero logré comprender que la actividad siempre te da revancha. Quizás uno no ha tenido un buen año pero en cercanías a la cosecha, la abeja te sorprende y da muy buenos resultados. Te volvés con entusiasmo y esperanza a tu casa por todo lo dado por la abeja. Y el logro máximo para mi es que pude mantener el número de colmenas durante el tiempo y no es fácil poder realizarlo en esta actividad. Sobre todo cuando la familia vive exclusivamente de la actividad apícola.



“Aprendí y logré entender que la apicultura siempre te da revancha. En esta actividad son más las pérdidas que las ganadas. Pero logré comprender que la actividad siempre te da revancha.”

¿Y cuáles han sido los aprendizajes que te han marcado?


La apicultura que hacían en la época de mi abuelo y mi padre era otro tipo de oficio. A partir del año 2000 con la siembra directa, el uso excesivo de agroquímicos, el problema de varroa y otros problemas tuvimos que reforzar el compromiso para seguir luchando y hacer el esfuerzo de adaptarnos a realizar una apicultura moderna. En números significó adaptarse a rendimientos de 90 kilos menores que el promedio histórico. Es decir, pasamos de un promedio histórico de 120 kilos a los promedios actuales de 30 kilos.


¿Tenés alguna anécdota que recuerdes de la apicultura en estos años?


Recuerdos y anécdotas puedo estar una semana contando historias. Te digo una breve, en un campo de 4000 o 5000 hectáreas de campo había muchas tranqueras. Los chicos que me acompañaban iban abriendo las tranqueras y yo manejaba la camioneta. La cuestión fue que durante el paso de las tranqueras siempre algunos se quedaban relegados y nos dábamos cuenta al llegar al apiario.

La otra fue en un año muy lluvioso que nos había ido muy bien, en uno de los apiarios terminamos de cargar 140 alzas melarias estándar. Estábamos muy cansando y a las cuatro de la tarde, cuando decidimos irnos del apiario hacia la sala, enganchamos el acoplado y se enterró. Lo movimos por todos lados para lograr desenganchar pero nuestra sorpresa fue que se rompió la lanza y tuvimos que bajar todas las alzas del acoplado. Historias de este tipo te brinda la actividad, en el momento tiras puños al aire pero con el tiempo te juntas a comer un asado y lo contas como una linda anécdota.


Y de cara al futuro ¿cuál es tu sueño?


Deseo que la actividad sea más regular en el tiempo. Ni hablar si volviese a tener los rindes históricos o la mitad de los rindes que tenía mi abuelo eso sería muy importante pero lo veo muy complicado y difícil.


 

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