En el mes de febrero, miles de peregrinos y religiosos en Bulgaria celebraron la Fiesta de la Miel. La misma se celebra hace 15 años en el templo y los creyentes ortodoxos ubican en forma de cruz sus frascos de miel, y sobre ellos se colocan velas en un ritual de cantos y rezos para consagrar este alimento, que ellos consideran a la vez un remedio.
Se conmemora la fecha de la muerte de San Caralampio y el Día de los Apicultores. En particular este encuentro convocó a miles de peregrinos, debido a lo que significó la pandemia en este último año. Y por eso, también es mayor la demanda de esta “miel santificada”.
Ahora bien, ¿de donde surge la idea de que la miel es una especie de mito o tiene un halo de santificación? Es sabido de los beneficios de las propiedades de la miel para la terapéutica humana, pero esto solo no sería suficiente para considerar al alimento como santo. No obstante, el suceso de la miel santificada de Bulgaria nos interpela, y nos preguntamos ¿qué tipo de bendición conlleva el consumo de miel? o mejor dicho, ¿desde cuándo se considera que la miel es un sinónimo de bendición? Quizás, es una cuestión filosófica, religiosa, un acto de fé o simplemente una interpretación de la realidad.
Ahora bien, nuestra intención es mostrar algunos de los elementos y data histórica de porqué la Iglesia Primitiva y Cristiana consideran a la abeja, miel y cera con un acto de divinidad.
Y quizá debemos remontarnos a la época del Papa San Gregorio de 590 a 604, quien la consideró en el marco de la Iglesia primitiva, como un alimento bendecido junto con la leche; se utilizaba en la comunión bautismal y como una comida diaria. Por lo tanto, la miel fue un alimento diario y santo para esa Iglesia.
San Gregorio dijo que “La miel cae de lo alto, y la mantequilla se extrae de la leche de los animales, por eso la miel viene del aire, y la mantequilla viene de la carne”. Aquí vuelve a puntualizar sobre la idea de divinidad y religiosidad en torno a la miel. En la misma línea, en uno de los textos de la Ley Antigua de Gales, probablemente compilado en el año 950, se planteó que “Las abejas son originarias del paraíso”.
El vínculo con la santidad y el alimento no es solo con la miel. A la cera le otorgan el significado de virginidad por María la madre de Cristo. A su vez, en el siglo XIII hubo un apogeo en considerar a las abejas como modelo de la vida cristiana y el concepto de la Iglesia Cristiana como una colmena celestial. También, la abeja estuvo en el gran debate de la Edad Media respecto al poder y rol de la Iglesia en esas sociedades. Tomás de Cantimpre, escribió unos de los pocos libros publicados llamado Bonum universale de apibus donde expresa que: “sólo hay una abeja reina en la colmena, así sólo debe haber un rey, un papa”. Además, señala que la unidad de las abejas debe servir de ejemplo para los monjes como una colmena debe servir de ejemplo para la Iglesia.
En ese contexto, la miel y la abeja representan una simbología que se resume como idea de beneficencia, bondad, santidad y sabiduría. Con el cristianismo también influyó de un modo bastante particular en la naturaleza de las creencias y costumbres. Hasta aquí, una aproximación sobre una temática de antaño, como es el caso de la miel santificada y los diferentes significados atribuidos a la miel y la abeja. Un tiempo donde a la naturaleza y a los animales se le atribuía un sentido filosófico - religioso con el objetivo de interpretar su propia existencia. No obstante, este rescate histórico nos permite señalar, en la actualidad, la importancia de la abeja y la miel en diferentes épocas.
Para finalizar, como un dato anecdótico, algunos autores como Purchas y Moffet van más lejos y hablaron de la resurrección de las abejas ya que han considerado que nacía de la descomposición de los cuerpos muertos de los animales.
Este hecho manifiesta una interpretación teológica en la cual asociaban a la abeja con la divinidad, la inmortalidad, la inocencia y la espiritualidad.
Durante muchos siglos pasados, en torno a la miel y las abejas, hubo una búsqueda de explicación espiritual y filosófica sobre la existencia humana. En particular, no tengo ninguna certeza de este tipo de atributos que se le brindó a la miel y las abejas. Lo que ayer fue en la miel y la abeja un intento de explicación existencial, hoy es un reclamo ambiental en la abeja y un sentido religioso en la miel. Creer o reventar. Pero con la miel y la abeja siempre ha existido un manto de espiritualidad.
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