«El Dios de la abeja es el porvenir». Maurice Maeterlinck
Desde La Miel en tu radio, les recomendamos la lectura de un libro que tiene como objetivo contemplar a la abeja como si fuera un fractal (término que fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado). Es decir, designar simbólicamente a la abeja como un fractal implica mostrar los diferentes lados de interpretación y lectura que propone este libro para la abeja tanto desde la filosofía como la religión, la estética o arte y la política, entre otros.
La autora describe un recorrido sobre la abeja desde diferentes planos y dimensiones que ha denominado la biológica, la política, la estética, la piadosa y la dimensión del cine, entre otras. En relación con una premisa donde la abeja es mucho más que un ser vivo, ella también es un símbolo de la resistencia y conservación de un ambiente saludable o un emblema mitológico y religioso que interpela sobre el desarrollo cultural de nuestra sociedad.
Un punto muy interesante que rescata en sus primeros capítulos, es la tensión entre la idea de una abeja gregaria y que vive en comunidad en contraposición con la característica de un ser vivo, solitaria e individual. En ese sentido, Claire Preston nos trae la palabra de Hobbes que dice en torno a la abeja que: «El bien común en modo alguno difiere del privado, es decir, la idea de que el individuo por sí solo también desempeña una función social en el seno de la vida comunitaria de la nación».
En el texto de la autora el concepto de altruismo en las abejas se resume en «una famosa insignia renacentista - utilizada, entre otros, por Sir Philip Sidney- muestra un enjambre de abejas rodeado del lema Non nobis ( «no para nosotros», extraído de sic vos nom vobis mellificatis apes, «asimismo hacéis miel, abejas, pero no para nosotras»). Es decir, «no trabajáis para vosotras, sino para otros», una interpretación social y política de las abejas de modo altruista y desinteresado.
Este ejemplo es una de las tantas interpretaciones que hacen los diferentes intelectuales de épocas antiguas en torno a la organización de las abejas en términos políticos. Recuerdo que la abeja ha sido en toda la historia de la humanidad un icono o símbolo para explicar los sistemas políticos; de considerarla la reina de una monarquía como cuando se creía que «la etimología de la palabra abeja provenía de un vocablo Holandés que designa al gobernante o rey.» Otros comprenden que el sistema de organización de «las abejas como icono de la Revolución Francesa, ya que en las familias de la nobleza francesa la abeja representaba su obligación cívica hacia la corona y el pueblo, y Juana de Arco fue representada mediante una colmena para consolidar su condición de abanderada femenina de la defensa del reino de Francia».
También, el género literario de las fábulas antiguas del gran Esopo, como las satíricas, han sido grandes protagonistas a la hora de posicionar a la abeja en el foco de la cultura, ya sea como símbolo, icono o como una simple abeja carente de misterio y estelas de poder. Hay una fábula satírica de John Gay «Las abejas degeneradas», que relata un motín de las abejas que corrompen la colmena por su gusto por el poder y las riquezas. Inclusive, hay algunos que fueron más lejos como Bernard Mandeville que en 1714 publicó «Las fábulas de las abejas». Pero tampoco toda representación social de la organización termina con las abejas, a los zánganos se los ha asociado como agentes revolucionarios. En el poema de Robert Graves evoca que los zánganos son comunistas ingleses que se jactan de su secesionismo y que promueven a «un rey de las abejas para que gobierne siempre las colmenas».
Dentro del capítulo titulado, “Abejas piadosas o perversas”, plantea un debate sobre el velo de misticismo y lujuria que existe cuando se utiliza a la abeja como dispositivo simbólico con el fin de explicar nuestros procesos culturales. Hay una cita que cuenta que «según Virgilio, el héroe de Aristeo, causante accidental de la muerte de Eurídice al perseguirla, fue castigado con la muerte de todas sus abejas».
Sobre el final de este capítulo, Claire Perston, reflexiona sobre ¿cómo pueden sernos útiles las abejas? y en el capítulo seis titulado «abejas útiles» hace un recorrido sobre los tópicos que posicionan en un lugar de utilidad tanto en el pasado como el presente a la abeja. Desde la medicina o terapeútica para la salud humana, hasta su rol importantísimo en la producción de alimentos saludables y de calidad para la alimentación mundial.
En los capítulos finales, en particular, en abejas estéticas, la autora plantea una relación entre las estéticas dominantes en el arte, desde las esculturas más sofisticadas que han sido hechas con base en la inspiración de la abeja y la colmena o la cera. Recordó aquella popular y fascinante frase de Karl Marx, en torno a la fabricación de las celdas de cera, donde distingue entre el artista y la abeja.
«Por la complejidad de sus celdas de cera, la abeja hace sonrojarse a más de un arquitecto. Pero de antemano, lo que distingue al peor arquitecto de las abejas más expertas, es que aquél construye primero la celda en su cabeza antes de hacerlo en la colmena».
En este segmento, la autora describe el proceso de la danza para comunicar información para la alimentación de las colmenas. Pero también el vínculo de la danza con varias leyendas populares y la poesía. Por ejemplo, el poeta inglés Wordsworth se refiere a la danza como «el sutil sonido o el leve lenguaje de las abejas que arrullaba tiempos pasados, por tiempos por venir».
Por último, como datos curiosos del libro, podemos mencionar que el reverendo Lorenzo Langstroth había patentado su invento de cuadros móviles en la década de 1850, y siguiendo el ejemplo altruista de las abejas, se encargó de que sus planos fueran divulgados lo más ampliamente posible en todo el mundo. Un segundo dato es comprender que, en torno a la frase las «abejas asesinas» que emergió en la década de los sesenta en el cine, sobre todo en Inglaterra y los Estados Unidos, esta frase tuvo un categórico mensaje simbólico que excede al rol de las abejas y la apicultura; y conlleva una serie de interpretaciones políticas, sociales y racistas. Es decir, desde creer que las abejas son bichos marxistas gobernados por la raza negra que ataca familias de blancos californianos, configuran a la abeja como ejes políticos del mal para los Estados Unidos. Por ejemplo, en la película «Reina asesina (2003)», las avispas «asesinas africanizadas logran escapar de un experimento médico con su veneno y sembrar el caos». Un tercer dato, está vinculado con comprender que «las abejas simbolizan el contraste entre la vida y la muerte de nuestro planeta y sus seres vivos: polinizadores agrícolas,generadores de luz y alimento,siervas de la vegetación salvaje. Sin su incesante labor, nuestros paisajes serían desiertos yermos, inhóspitos para la vida animal, y nuestras tierras serían estériles».
Aclaración: Altamente recomendable para toda persona que sea amante de la abeja, la apicultura y la cultura del mundo. En este libro encontrarás definiciones, reflexiones mitológicas, creencias y maneras de entender a la abeja y la colonia desde un punto de vista más integral.
¿Cómo lo leo?
La recomendación del equipo de La Miel en tu radio es que puedas leer este libro en las vacaciones de invierno con el objetivo de aprender y disfrutar. Es decir, que lo leas y que puedas intercambiar tus aprendizajes con profesores de apicultura, literatura, historia del arte o cultura sobre el libro. Hay muchas creencias que son raras y locas a la vista de la actualidad científica. Sin embargo, es parte de una historia fascinante que rodea a la apicultura desde sus comienzos hasta la actualidad.
¿Dónde lo encuentro?
En la librería De La Mancha Libros
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Claire Preston (2008). Abeja. España. Editorial Melusina
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